“La realidad de la imaginación”

La máquina de escribir era una extensión del cuerpo de Julio Ardiles Gray. Aquello que veía, que leía, que preguntaba… todo finalmente cobraba formato de escritura: un cuento, una novela, una traducción, una entrevista, una crítica.

En la década de 1980 el Centro Editor de América Latina, dirigido por el mítico Boris Spivacow, organizó una Encuesta a la Literatura Argentina Contemporánea, dentro de su serie Capítulo. Para el fascículo N 134 fueron consultados Marta Lynch, Ricardo Halac, Héctor Agosti y Julio Ardiles Gray. Algunas de las respuestas que el narrador dio en esa oportunidad pueden considerarse una suerte de manifiesto de su relación con la palabra.

– ¿Cómo escribe?

– Yo imagino un cuento o una novela ante todo como un final. Después voy desandando camino hacia el principio y haciendo fichas de situaciones posibles. Hasta casi diría que a esas situaciones las memorizo. Cuando ya estoy harto de la novela o del cuento, de contármelo a mí mismo tantas veces mentalmente, recién pongo papel en la máquina y me lanzo a escribir, en lo posible sin parar. A veces me levanto de la máquina solo para comer o dormir y luego sigo escribiendo. ¡Las veces que habré dado parte de enfermo en mis trabajos porque estaba en plena evacuación novelística! Cuando termino, dejo descansar el texto unos seis meses. Recién entonces comienzo la lenta tarea de desbrozarlo.

– Se dice que todo escritor tiene sus temas, contantes que definen su obra. ¿Cómo definiría usted los suyos?

– Yo creo que soy autor de un solo tema. O, mejor dicho, soy monomaníaco. Desde que comencé a escribir y a pensar sobre este mundo, siempre me ha preocupado el hecho de que la realidad real choque, y muchas veces destruya, los mitos que el hombre se crea. Realidad real en contra de realidad de la imaginación, tal es el conflicto que surge de todos o casi todos mis cuentos y novelas.

– ¿Cuál seria, a su juicio, el lector ideal de su obra?

– El lector ideal de mi obra es aquel que no tiene preconceptos, ni prejuicios, que se abandona frente a una novela y sueña junto con el autor. Porque el acto de leer es un acto como el de imaginar: ambos tienen en común un impulso que se relaciona estrechamente con lo onírico.

– ¿Vive usted de la literatura? ¿Què otras actividades realiza o ha realizado?

– He sido durante veinte años profesor de literatura española y argentina y americana en un colegio secundario de Tucumán. Hice periodismo que es una forma de la literatura. Como hay buena o mala literatura, hay buen y mal periodismo. Al periodismo lo he servicio siempre con todas mis fuerzas y con toda mi honradez, con la misma fuerza y honradez que puse para escribir mis ficciones. La literatura ha sido todo en mi vida: periodismo, docencia o ficción. He vivido y viviré de ella.